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Las verdades del parto en casa...


Por Violeta Osorio, Rosana Mazur, Marcia Cortese


El kiosquito del Parto Respetado…


El parto planificado en domicilio (PPD) no es el negocio del parto respetado, básicamente porque no se paga por respeto.
En el PPD el pago está ligado a los honorarios del equipo obstétrico, NO al modelo o la calidad de su atención o al respeto por los derechos de la mujer y su familia. No existen montos “diferenciales” Se paga por un servicio particular, ya que el estado no ha querido ni quiere reconocerlo y de esta manera niega el acceso a derechos legales y constitucionales de salud y autonomía de las personas.


El negocio del parto respetado es lo que sucede actualmente en el sector privado de salud cuando profesionales y equipos obstétricos le piden a la mujer/familia un monto extra por fuera de la cuota que ya paga por su obra social o prepaga para garantizar que sus derechos “sean cumplidos”; dicho sea de paso no se trata del negocio particular de ese profesional o equipo obstétrico sino de todo el sistema de salud. En algunas instituciones privadas y para algunxs profesionales hay claramente partos de primera y de segunda y la diferencia la marca el dinero que se pone en juego, eso es pagar por respeto.


Algo que hay que dejar absolutamente claro: TODO, todo en este sistema capitalista se paga, sea visible desde el bolsillo de cada unx o no. Por otro lado, todos tenemos derecho a “cobrar” por el trabajo que ejercemos. Nada es gratis en cuanto a servicios se refiere. El acompañamiento profesional del embarazo, parto, nacimiento, posparto no escapa a esta regla. Ni siquiera desde el sector público el PMO se regala, no! se paga a través de los impuestos. El que el PPD no esté incluido dentro de la oferta formal (y por ende cubierto) es un tema exclusivamente de decisión política, social y económica que beneficia principalmente a las corporaciones médico-farmacéuticas y empresariales y nada tiene que ver con parámetros de salud científicamente y epidemiológicamente comprobados. Obviamente es mucho más rentable para estos sectores y sus agentes, la sistematización de la atención al embarazo/parto/nacimiento según sus protocolos regidos por tiempos e intervenciones costosas, rutinarias y violentas colapsando además la capacidad de atención (“trabajo a cama caliente”). Y así es como dentro del sistema aparecen los “profesionales e instituciones” donde si se desea sencillamente ser “respetado” en sus derechos básicos, hay que pagar por un servicio extra.


Por otra parte, todxs estamos de acuerdo con que un profesional que trabaja en institución cobre por su labor, el marco institucional da status “laboral”. Sin embargo a lxs profesionales que asisten de manera particular y en casa se les exige que en nombre de su vocación no cobren y al establecer sus honorarios son tildadxs de mercaderes del parto. Se construye socialmente un doble parámetro, el trato impersonal y masivo de la institución habilita el cobro, mientras que el vínculo cercano y horizontal quita esa posibilidad, si es con “respeto y por vocación” tiene que ser gratis.


Un paradigma de atención basado en el concepto de salud y fisiología por sobre el económico implicaría mayor necesidad de profesionales, pero menos costos de infraestructura, insumos, tecnología y liberaría estas herramientas para quién realmente las necesita, con la innegable accesibilidad a la autonomía de elección de las mujeres/familias de donde, como y con quién parir. Quién gana y quién pierde en estas condiciones? Nuevamente, es un tema de una fuerte decisión política social, cultural y económica que el Estado metódicamente niega.


No es cuestión de suerte
No existe tal cosa como el parto planificado en domicilio vs el parto institucional. Tampoco el PPD es la solución a la violencia obstétrica, ni existe como alternativa al maltrato que suele darse en las instituciones. No está en contra de la medicina, ni la ciencia, ni pretende acabar con las instituciones. De hecho se basa en ellas para delinear su modelo de atención y se articula con la institución para casos de derivación o traslado.

El PPD no es una moda, ni un invento reciente, tampoco es para ricxs y famosxs. El primer ámbito que tuvo la mujer para parir y la cría humana para nacer fue la casa/ la choza / la cueva, no el hospital.


La institucionalización del nacimiento es un hecho histórico reciente no exento de situaciones vergonzosas y que acarrearon la muerte de millones de mujeres a manos de los “padres de la obstétricia” y su soberbia médica. Cabe recordar que los partos era cuestión de “mujeres” y los únicos que accedían a la “formación” médica eran hombres. Cuando decidieron hacerse cargo de los nacimientos fueron eliminando el saber femenino por un supuesto “conocimiento” basado en prácticas extremadamente cruentas que la historia de la medicina ya ha escrito mil veces. Recordemos sólo las muertes por fiebre puerperal por no querer aceptar un simple lavado de manos. Y actualmente (aunque tengan las “manos limpias”) estamos frente a un sistema de atención que sigue actuando desde la soberbia y el poder intervencionista y así las mujeres y nuestrxs hijxs estamos siendo cotidianamente puestxs en riesgo.


Desde hace años se demostró que el descenso en la morbi-mortalidad materno-infantil no se debe al proceso de institucionalización de los partos en sí. No es el escenario el que va a mejorar los porcentajes, la institución por sí misma no salva vidas. Este descenso estuvo y está ligado a la mejora general en las condiciones y calidad de vida de toda la población, el oportuno y  correcto seguimiento del proceso desde el embarazo hasta el posparto, y por supuesto, el acceso a los avances científico-tecnológicos, (el uso de medicación, antibióticos y prácticas médicas, etc.) en los casos donde son realmente necesarios. Todo esto existe fuera de las cuatro paredes de la institución.


Demás está decir que no existe en ningún terreno de la vida el 0% absoluto de riesgo/incertidumbre, con lo cual arrogarse desde el poder médico esta capacidad de control y previsión es literalmente hablar de ficción y no de realidad.


Negligentes todxs!


Las mujeres y familias que elegimos casa no somos ni rebeldes, ni valientes o negligentes, tan sólo somos personas que ejercemos nuestra autonomía y tomamos decisiones informadas. Elegimos casa porque encontramos en este modelo de atención la opción más segura, saludable y respetuosa para recibir a nuestrxs hijxs. Es el modelo de atención que satisface nuestras necesidades y expectativas como mujeres y familias, que a grandes rasgos suelen ser: bienestar, respeto, libertad y, por supuesto, protagonismo.


Lxs profesionales que asisten en casa no son lxs salvadorxs, ni lxs héroes/heroínas de la historia, tampoco lxs negligentes irresponsables. Son profesionales formados en las mismas universidades que los que trabajan en institución, sólo que han decidido desarrollar su profesión en el ámbito domiciliario porque es donde sienten que su ideología y práctica médica asistencial es más coherente y cercano al concepto de salud y de derechos. Se trata de profesionales que recuperan su lugar al lado de la mujer y la familia, no por encima de ella, dando órdenes e indicaciones. Que no sólo se ocupan del estado clínico de quienes asisten, sino que además conocen el entramado social y emocional de cada familia, entendiendo la salud en su sentido más amplio. Y recuperan el valor del trabajo integral, paciente, humano, artesanal y cercano, en el que la importancia del profesional reside en el vínculo que establece, la mirada particular y dedicada sobre cada situación y por supuesto su experiencia y saber, pero no en relación a la cantidad de intervenciones (innecesarias la gran mayoría) que podría realizar para justificar su presencia. La “consulta” retoma su verdadero e histórico propósito y sentido.


Esta forma de asistir es la que debería ser natural en toda la atención médica, manera que existió desde siempre, antes que el sistema de salud se mercantilizara. La salud pasó a ser un negocio, una empresa rentable y los médicos sus empleados más eficientes, que en general se limitan a repetir protocolos, medicando e indicando infinidad de estudios clínicos sin más motivo que la “rutina” y sobre todo infundiendo el miedo profundo al desastre por sobre la simple preservación de la salud. Nos preguntamos: ¿Quién se beneficia con esta práctica?


La mejor defensa es un ataque
Los ataques injustificados que cada tanto realizan desde distintos sectores hegemónicos (médicos, gubernamentales, mediáticos), no son preocupaciones genuinas por nuestro bien, ni siquiera aportan información real alguna. Por el contrario, son mentiras basadas en prejuicios y una alta cuota de soberbia (ostentación de ambo) y lo más curioso coinciden convenientemente con momentos donde las prácticas médicas hegemónicas y su modelo de atención intervencionista es duramente cuestionado. Por ejemplo: El reciente caso del Hospital Santojanni, donde los “tan preciados  y reiterados” argumentos de la asepsia y la seguridad de la madre y el bebé, fueron tirados por la borda cuando una mujer terminó pariendo en el piso de la sala de espera porque nadie la atendía, y dando la absurda e inaceptable  explicación (el jefe del servicio de obstetricia) de que el hecho se debió a “un fallo de la anatomía de la mujer”  y no a las tres horas que estuvo esperando  sin ser asistida. O el caso de la mujer que tuvo que realizar su trabajo de parto sobre una camilla en el pasillo de una renombrada clínica privada porque no tenían camas, algo muy común últimamente en el (superpoblado y colapsado) sector privado, y esto por citar solo dos casos recientes. Aunque no es un secreto la apabullante cantidad de casos de mala praxis y VO, que son convenientemente ocultados por el corporativismo médico.


Cada tanto, no pueden esconder las cosas tan fácilmente y salen en los medios masivos los casos anteriormente descritos, en donde, mantienen a “rajatabla” su discurso de poder y violencia como si no tuvieran absolutamente ninguna responsabilidad en los hechos, defendiendo su quehacer por encima de todo sentido común y legalidad.


Esto señores, no es casuística, es sistemático y endémico propio del sistema imperante. Por lo tanto, no es casualidad que cuando esto sucede, aparezca una postura mediática hegemónica tendenciosa sobre el parto planificado en domicilio, (que SI es casuística, porque refieren a un caso en particular, que muchas veces ni siquiera se enmarca dentro del PPD desconociendo absolutamente su contexto real) convirtiéndolo obviamente en una “bomba de humo” que silencia y acalla la verdadera y acuciante problemática de salud perinatal y llevando la discusión y el foco al terreno de los mitos prejuicios, ignorancia, miedos donde le es funcional al mantenimiento del poder.

El doble estándar con el que se pretende evaluar la seguridad del PPD frente al parto en institución demuestra una vez más lo injustificados que son los ataques contra el primero. Al PPD se le exige riesgo cero, entonces, un caso aislado, sin contexto se convierte en una verdad universal, inamovible y perpetua. Cuando se pretende evaluar su viabilidad, se analizan sin discriminar cualquier caso de nacimientos que se hayan dado fuera de la institución, aquellos que fueron verdaderamente planificados en domicilio, aquellos que sucedieron por falta de acceso y atención oportuna en una institución, aquellos que no contaron con asistencia profesional, etc, todo en la misma bolsa. Se lo equipara a “parto en el rancho” y no se asume que en esos casos específicos el problema NO es el parto sino el “ rancho”, el abandono de la población y la falta de acceso a la salud, pero señores, eso no es PPD eso es negligencia y abandono del Estado. Donde, la corporación médica en su conjunto no escapa a su responsabilidad, ya que “forma parte” del estado y de su poder de decisión y acción. El “mirar para otro lado” los convierte en cómplices primarios de esta situación.


Porque es Europa


El PPD no funciona “allá” porque es Europa, ni es un modelo de atención sólo para países del primer mundo. No necesitamos justificarlo ni explicarlo  con ejemplos de Holanda o Canadá o Reino Unido, no necesitamos alinearnos a ese paradigma colonizado de que: “en Europa se hace” por lo tanto se copia (pese a que parece ser que el sistema copia solo lo que le conviene cercenando aquello que no le es grato ni gratificante). En Argentina la epidemiología, no registrada por el estado, da muestras claras que en este país sudamericano, que queda casi en el fin del mundo, los equipos de salud que asisten en domicilio tienen muy buenos resultados. Resultados que no sólo demuestran lo bien que se trabaja en nuestro país, a pesar de tener todo un aparato socio, cultural en contra, sino que puede aportar mucho al modelo de atención institucional local y al de PPD a nivel mundial.


Lamentablemente la defensa del PPD muchas veces ha sido encarada de este modo, con datos de “allá” del hemisferio norte. Es hora de empezar a empoderar a nuestros profesionales, es hora de hacer pesar los números reales del parto en casa de Argentina, es hora de defender y visibilizar el modelo local, desde lo que pasa aquí, porque pese a los ninguneos y ataques sistemáticos que sufre, es un modelo que existe, existió y seguirá existiendo.
Entonces, no está demás recordar que: La seguridad y viabilidad del Parto Planificado en Domicilio como modelo de asistencia se basa en 6 ejes fundamentales:
1. Tratarse de una elección informada y autónoma.
2. Correcto tamizaje obstétrico.
3. Asistencia profesional idónea, que incluye seguimiento del embarazo, la atención del trabajo de parto y parto, la recepción del recién nacidx sanx y los cuidados posparto de la díada. Quienes acudirán al domicilio de la persona gestante el día del nacimiento con los insumos médicos correspondientes y adecuados, necesarios para dicho evento.
4 Preservar y favorecer el desarrollo fisiológico del trabajo de parto y parto, interviniendo sólo cuando es médicamente necesario y con autorización o bajo pedido (con información) de la persona gestante.
5 Contar con un plan de traslado, el cual, en nuestro país se establece con cada familia en función de su cobertura de salud y la distancia a la institución de referencia, la cual debe ser menor o igual a 20 minutos. Y disponer de un vehículo (auto particular) en caso de traslado.
6 Que el domicilio de la persona gestante cuente con los servicios de infraestructura básicos.
Sobra decir que todo estos aspectos se cumplen ampliamente en nuestro país, entre quienes eligen un PPD.


Cuestión de género


Al tratarse de embarazos de bajo riesgo, el modelo reconocido y recomendado  internacionalmente para el PPD es el asistido por parteras de manera independiente y autónoma, porque son ellas las profesionales idónexs para asistir preservando y favoreciendo la fisiología. Este concepto aplica igual para las instituciones de salud públicas y privadas. Y en este aspecto el sistema ha relegado a las parteras a una situación de inferioridad alarmante, no solo desplazándolas de sus lugares naturales de trabajo sino regulando su actividad como simples auxiliares al servicio de los médicos y las empresas prestadoras.


No, no es más seguro si hay obstetra o neonaólogx en casa, estxs  profesionales hacen la diferencia junto a la “alta complejidad”.


Históricamente, de la misma manera que el hospital desplazó a la casa y la leche de fórmula a la teta, el obstetra desplazó a la partera. Esta mal la institución, la leche de fórmula o el/la obstetra? No, para nada, pero su función no es la salud, en ninguno de los tres casos. Esto tiene raíces muy profundas en intereses económicos, políticos y de género. Igual que unos vivos muy vivos se dieron cuenta que la mejor manera de hacer rentable a las instituciones médicas era ingresando personas sanas, tratándolas como enfermas, a otros vivos muy vivos (no hay x porque fueron hombres los que lo hicieron) pensaron que las parteras (mujeres) no  estaban en capacidad de hacer seguimiento a un proceso tan masivo, tan rentable y que además da status, ¿cómo dejar en manos del acompañamiento silencioso, tranquilo, paciente un proceso que puede agilizarse, intervenirse y hacerse más rentable? ¿Cómo dejar de protagonista a una mujer cuando puede serlo el señor doctor? Que la obstetricia haya quedado en sus manos es una de las razones de ser del modelo de atención intervencionista que ostentamos actualmente. Y no está de más mencionar que la razón principal por la que en nuestro país existen equipos de PPD que incluyen estxs profesionales, no es porque sea “mejor” la atención en casa, sino para subsanar la falta de articulación en caso de traslado que el estado y el sistema de salud se niegan a garantizar.


Acceso a derechos


Elegir y contar con garantías, en eso radica el eje de la cuestión. Dejar de tener un estado paternalista que se arroga el derecho de determinar qué es lo mejor para todxs, aunque para eso cercene derechos y de un sistema médico hegemónico que desprestigia e intenta anular todo lo que es diferente a él, a contar con un modelo donde las mujeres y nuestras familias recuperemos el centro de la escena y nuestra autonomía sea reconocida y respetada. No queremos un estado “padre”, exigimos uno garante e inclusivo, tampoco queremos un sistema de salud soberbio y exigimos uno que nos reconozca como principal figura de toma de decisiones. Y como del estado y del sistema médico somos parte, desde nuestro lugar seguimos construyendo salud y derechos perinatales.


Nota:  Si planificaste un parto en domicilio en Argentina, haya terminado en casa o no, desde Fortaleza´85 te invitamos a completar la encuesta sobre PPD. Los datos recabados son de vital importancia a la hora de defender nuestros derechos y ampliarlos, tanto para aquellxs que eligen casa como para quienes eligen una institución. Agradecemos difusión! Para completar la encuesta haz click aqui



FORTALEZA'85

Violeta Osorio, Rosana Mazur, Andrea Paz, Marcia Cortese, Bárbara Lorenzo, Francisco Saraceno

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