Desde hace algunas semanas circula por facebook un video donde un obstetra y una mujer en trabajo de parto bailan juntxs (o eso parece a simple vista) con la mejor intención de ayudar al desarrollo del trabajo de parto. Un vídeo que ha sido viralizado, aplaudido y que ha emocionado a más de unx.
Sin embargo, más allá del hecho de que por supuesto es mucho “mejor” pasar el trabajo de parto bailando que confinada a una cama, no deja de ser el mismo paradigma operando con una lavada de cara. Para detectarlo es tan sencillo como realizar algunas preguntas: ¿Quién es el/la protagonista en esta escena?, ¿quién elige qué movimientos hacer?, ¿quién mira a quién para saber qué hacer y cómo seguir?. Las respuestas están en el video, esta escena se trata del obstetra y lo maravilloso que es; es él quien dirige el baile, quien marca los movimientos y es ella quien lo mira atentamente para seguir un ritmo, un movimiento y un paso que le es marcado desde afuera.
Y sigamos con las preguntas: ¿Cuál es el relato que construimos alrededor de este video?, ¿nos imaginamos a una mujer que comparte su parto desde la certeza de haber encontrado todo su poder y su fuerza, de haber bailado al ritmo que su cuerpo y su hijx le traían, sintiendo que ella lo hizo, que ella pudo o nos imaginamos a una mujer que relata una y otra vez lo maravilloso que fue ese obstetra que se puso a bailar con ella y gracias a eso el/la bebé nació perfectx?
Por supuesto, la historia concreta y los detalles que rodean a este nacimiento los desconocemos, por lo que no es un cuestionamiento hacia las decisiones y experiencias de esta mujer, sino al fenómeno social que se ha creado alrededor de este video viralizado como un ejemplo a seguir, presentado como si se tratara de un nuevo paradigma de atención. Cuando en realidad el orden no ha sido alterado, el obstetra conduce, dirige y decide, la mujer acata.
La intención puede ser maravillosa y celebramos siempre que haya profesionales intentándolo, pero mientras no cuestionemos los cimientos profundos del modelo de atención perinatal dominante y no desarticulemos las creencias y costumbres que lo hacen posible, seguiremos repitiendo el mismo patrón, en el que el poder, la voz y la decisión están siempre en manos del profesional de la salud y las mujeres seremos sólo el campo de trabajo en quien despliegan todo su “supuesto saber”.
Comentarios
Publicar un comentario